Reflexión 3
O cambiamos o nos cambian. No sé cuántas veces habré escrito esta frase desde que tengo blog, pero han sido muchas. Y estoy convencido de que ese axioma se cumplirá.
Hay quienes piensan que en la medida en que hasta el día de hoy han sido los partidos políticos los agentes básicos de vertebración de la sociedad democrática a través de las elecciones, siempre va a ser así, sin necesidad de hacer ningún cambio. Yo soy de los convencidos de que esto va a cambiar.
Es sabido que "la política y políticos" aparecemos en los estudios sociológicos como un problema para los ciudadanos, cuando en realidad se supone que somos una fuente de soluciones. Sería fácil interpretar hoy las tres razones principales que provocarían tal hecho en nuestro país: atravesamos la mayor crisis finaciera que hemos vivido en nuestra historia, ha habido en el último tiempo una clamorosa falta de acuerdos en los asuntos clave y decenas de casos de corrupción que atraviesan la península, desde la "gürtel" levantina hasta la "miñano" alavesa.
Pero es que el problema no es nuevo. El CIS lleva años situándonos como un problema: un par de años antes del estallido de la burbuja financiera y, por supuesto, un lustro antes del movimiento DRY, ya éramos percibidos como el cuarto problema ciudadano.
En mi opinión, esto afecta al sistema democrático (y a todos los partidos) en general, y a la izquierda (y al PSOE ó PSE-EE) en particular. En la viñeta del pasado fin de semana de El Roto, aparecía un bocadillo sobre un votante de derecha en el momento de llegar a la urna: "Yo no voto, ficho". Y así es. Es difícil encontrar un lugar en el que haya afectado tanto la crisis, haya habido más crispación política y se hayan destapado tantos casos de corrupción como en Valencia o en Madrid. Los resultados electorales no tengo que transcribirlos, porque todo el mundo los conoce.
Por tanto, todos en general, pero la socialdemocracia en particular, debemos reconocer que hay cosas que no estamos haciendo bien. Y por eso hacen falta reformas valientes. Hace falta innovar, porque cuando ha cambiado todo (las relaciones sociales, la economía, la ciencia,...) algunos partidos políticos seguimos funcionando con estructuras creadas en el siglo XIX, lo que supone, como poco, un anacronismo digno de mejor causa. En este sentido, debemos hacer reformas que nos lleven a acercar más política y ciudadanía, a acortar la distancia entre representantes y representados.
Reformas, en primer lugar, coyunturales. Debemos poner a disposición de la ciudadanía lo que es suyo, los datos públicos. Hoy tenemos las personas más formadas que jamás hayamos tenido, por lo que os poderes públicos no deben tener miedo a la
apertura y a que se conozca todo (para que se cuestione todo).
Hace falta información clara, transparencia. Creo que es de justicia reconocer que hay instituciones como el GV, que están dando pasos muy grandes en ese sentido (OpenData, Irekia o el Perfil del Contratante son ejemplos de ello). Se me antoja vital para recuperar la confianza perdida que, por ejemplo, se proceda ya a hacer pública la declaración de actividades y bienes de los cargos públicos, de todos, no sólo de los políticos. Pero es que además, la transparencia no es sólo necesaria en la Administración Pública, sino en todas las entidades que "viven" de la misma. En este sentido, debemos tomar las medidas necesarias, por ejemplo, para que todas aquellas entidades (públicas o privadas) que reciban un sólo euro de la Administración, pongan a disposición de la ciudadanía su cuenta de resultados y la forma en la que se reparten los beneficios.
Pero además de las coyunturales, también hacen falta, en segundo lugar, reformas estructurales. Me refiero, por ejemplo, a reformas institucionales para hacer una Administración más eficaz o, por acercarnos a nuestro terreno, para simplificar y hacer más eficiente el complejo entramado institucional vasco.
Ha habido una evolución, un cambio de paradigma. Hemos pasado de las palomas mensajeras a las videoconferencias en un espacio de tiempo muy reducido. Por eso, junto a la necesidad de información y de transparencia señaladas anteriormente, hace falta poner en marcha más y mejores mecanismos de participación de la ciudadanía en los asuntos públicos.
Asímismo, pienso (creo que como mucha gente)que tenemos que mejorar la calidad de nuestra democracia. Debemos democratizar la democracia, redefinir el concepto de
participación política e idear un sistema de representación acorde al siglo XXI. Y para ello deberíamos poner en marcha reformas en el sistema de representación (por ejemplo para las elecciones al Parlamento Vasco o a las Juntas Generales) más pronto que tarde.
Seguro que habrá quien se pregunte qué leches tiene esta reflexión que ver con el resultado electoral y la reflexión dentro del partido socialista. Para quienes aún se lo pregunten, ahí van algunos datos a modo de ejemplo que ya describí en la "Reflexión 1":
- en Vitoria el voto blanco pasa de 1.885 a 3.065, sube un 62,5%, y también sube la abstención respecto a 2007 y es 3 puntos mayor que en Euskadi
- y la opción "otros" pasa de 2.362 a 3.730, subiendo un 57,92% en Vitoria, mientras que en el conjunto de Álava pasa de 136 a 2.579 votos
- también en Álava sube el voto en blanco de 2.700 a 4.200, un 55,56 % (tanta gente vota en blanco como votos obtiene ARALAR)
Yo, como socialista, me siento absolutamente de estos datos que, en mi opinión, no hacen sino dar testimonio de un desafecto creciente hacia la política en la tierra en la que ahora vivo. Unos datos que muestran una realidad que, como ya he señalado, además de debilitar al sistema, debilitan sobre todo a las opciones progresistas.
Me siento responsable de la tarea de reinventar la política. Y creo sinceramente que o lo hace la socialdemocracia o no lo hará nadie. Siempre ha sido así. Porque sin las cuotas de igualdad que en los 80 puso en práctica el PSOE, hoy no habría una obligación legal de respeto a la paridad en todos los partidos políticos.
Y me propongo desarrollar esa tarea donde pueda, porque la tarea hay que empezarla en el ámbito de cada cual. No podemos esperar con el argumento de "otros harán" ("otros inventarán", se decía antes), no. Porque esa es la mejor excusa para que nadie haga nada. Esa es la mejor excusa para languidecer.
Hay quienes piensan que en la medida en que hasta el día de hoy han sido los partidos políticos los agentes básicos de vertebración de la sociedad democrática a través de las elecciones, siempre va a ser así, sin necesidad de hacer ningún cambio. Yo soy de los convencidos de que esto va a cambiar.
Es sabido que "la política y políticos" aparecemos en los estudios sociológicos como un problema para los ciudadanos, cuando en realidad se supone que somos una fuente de soluciones. Sería fácil interpretar hoy las tres razones principales que provocarían tal hecho en nuestro país: atravesamos la mayor crisis finaciera que hemos vivido en nuestra historia, ha habido en el último tiempo una clamorosa falta de acuerdos en los asuntos clave y decenas de casos de corrupción que atraviesan la península, desde la "gürtel" levantina hasta la "miñano" alavesa.
Pero es que el problema no es nuevo. El CIS lleva años situándonos como un problema: un par de años antes del estallido de la burbuja financiera y, por supuesto, un lustro antes del movimiento DRY, ya éramos percibidos como el cuarto problema ciudadano.
En mi opinión, esto afecta al sistema democrático (y a todos los partidos) en general, y a la izquierda (y al PSOE ó PSE-EE) en particular. En la viñeta del pasado fin de semana de El Roto, aparecía un bocadillo sobre un votante de derecha en el momento de llegar a la urna: "Yo no voto, ficho". Y así es. Es difícil encontrar un lugar en el que haya afectado tanto la crisis, haya habido más crispación política y se hayan destapado tantos casos de corrupción como en Valencia o en Madrid. Los resultados electorales no tengo que transcribirlos, porque todo el mundo los conoce.
Por tanto, todos en general, pero la socialdemocracia en particular, debemos reconocer que hay cosas que no estamos haciendo bien. Y por eso hacen falta reformas valientes. Hace falta innovar, porque cuando ha cambiado todo (las relaciones sociales, la economía, la ciencia,...) algunos partidos políticos seguimos funcionando con estructuras creadas en el siglo XIX, lo que supone, como poco, un anacronismo digno de mejor causa. En este sentido, debemos hacer reformas que nos lleven a acercar más política y ciudadanía, a acortar la distancia entre representantes y representados.
Reformas, en primer lugar, coyunturales. Debemos poner a disposición de la ciudadanía lo que es suyo, los datos públicos. Hoy tenemos las personas más formadas que jamás hayamos tenido, por lo que os poderes públicos no deben tener miedo a la
apertura y a que se conozca todo (para que se cuestione todo).
Hace falta información clara, transparencia. Creo que es de justicia reconocer que hay instituciones como el GV, que están dando pasos muy grandes en ese sentido (OpenData, Irekia o el Perfil del Contratante son ejemplos de ello). Se me antoja vital para recuperar la confianza perdida que, por ejemplo, se proceda ya a hacer pública la declaración de actividades y bienes de los cargos públicos, de todos, no sólo de los políticos. Pero es que además, la transparencia no es sólo necesaria en la Administración Pública, sino en todas las entidades que "viven" de la misma. En este sentido, debemos tomar las medidas necesarias, por ejemplo, para que todas aquellas entidades (públicas o privadas) que reciban un sólo euro de la Administración, pongan a disposición de la ciudadanía su cuenta de resultados y la forma en la que se reparten los beneficios.
Pero además de las coyunturales, también hacen falta, en segundo lugar, reformas estructurales. Me refiero, por ejemplo, a reformas institucionales para hacer una Administración más eficaz o, por acercarnos a nuestro terreno, para simplificar y hacer más eficiente el complejo entramado institucional vasco.
Ha habido una evolución, un cambio de paradigma. Hemos pasado de las palomas mensajeras a las videoconferencias en un espacio de tiempo muy reducido. Por eso, junto a la necesidad de información y de transparencia señaladas anteriormente, hace falta poner en marcha más y mejores mecanismos de participación de la ciudadanía en los asuntos públicos.
Asímismo, pienso (creo que como mucha gente)que tenemos que mejorar la calidad de nuestra democracia. Debemos democratizar la democracia, redefinir el concepto de
participación política e idear un sistema de representación acorde al siglo XXI. Y para ello deberíamos poner en marcha reformas en el sistema de representación (por ejemplo para las elecciones al Parlamento Vasco o a las Juntas Generales) más pronto que tarde.
Seguro que habrá quien se pregunte qué leches tiene esta reflexión que ver con el resultado electoral y la reflexión dentro del partido socialista. Para quienes aún se lo pregunten, ahí van algunos datos a modo de ejemplo que ya describí en la "Reflexión 1":
- en Vitoria el voto blanco pasa de 1.885 a 3.065, sube un 62,5%, y también sube la abstención respecto a 2007 y es 3 puntos mayor que en Euskadi
- y la opción "otros" pasa de 2.362 a 3.730, subiendo un 57,92% en Vitoria, mientras que en el conjunto de Álava pasa de 136 a 2.579 votos
- también en Álava sube el voto en blanco de 2.700 a 4.200, un 55,56 % (tanta gente vota en blanco como votos obtiene ARALAR)
Yo, como socialista, me siento absolutamente de estos datos que, en mi opinión, no hacen sino dar testimonio de un desafecto creciente hacia la política en la tierra en la que ahora vivo. Unos datos que muestran una realidad que, como ya he señalado, además de debilitar al sistema, debilitan sobre todo a las opciones progresistas.
Me siento responsable de la tarea de reinventar la política. Y creo sinceramente que o lo hace la socialdemocracia o no lo hará nadie. Siempre ha sido así. Porque sin las cuotas de igualdad que en los 80 puso en práctica el PSOE, hoy no habría una obligación legal de respeto a la paridad en todos los partidos políticos.
Y me propongo desarrollar esa tarea donde pueda, porque la tarea hay que empezarla en el ámbito de cada cual. No podemos esperar con el argumento de "otros harán" ("otros inventarán", se decía antes), no. Porque esa es la mejor excusa para que nadie haga nada. Esa es la mejor excusa para languidecer.
Comentarios
Me parecen coherentes y relativamente sencillas las reformas e ideas que planteas, no se si las plantearás en tu propio partido, porque parece que aquí que ningún partido ni el tuyo qiuere mover ficha.
La gente ha salido a la calle porque está indignada, harta de no saber que hacer con su futuro, si se podrá emancipar a los 30 años, si encontrará un trabajo estable algún día, si se suprimirán los privilegios, etc (creo que todo el mundo sabe las cosas a las que me refiero).
Evidentemente, a los socialistas es a quien más os ha afectado esta desafección política (ya que estáis en el GV y en el Gobierno de España).
Esta crisis al final la están pagando las personas de clase más baja o más desfavorecidas y en ningún caso los responsables de los chanchullos entre bancos y empresas etc.: se baja el sueldo a los funcionarios, se baja el sueldo a los profesores de colegios públicos y concertados en Euskadi, ya que se han recortado las subvenciones, se sube el IVA, los eurodiputados siguen viajando en clase alta (no se cñómo se llama ya que no he tenido el "privilegio" de viajar en ella). Pero en ningún caso se reinstaura el impuesto de patrimonio, y encima la corrupción se sale medio de rositas, los billetes de quinientos abundan bajo colchones de la gente, se eluden los impuestos (autónomos, empresarios...).
La sensación de importencia es la que tiene la sociedad, la impotencia de saber que la economía sumergida, los chanchullos y demás salen impunes mientras que los demás sufrimos. Ahí está una de las principales desafecciones a la política el: yo me aprieto el cinturón, pero otros siguen haciendo lo que quieren...
Para acercarse más al ciudadano lo tenéis fácil. Para las grandes decisiones y reformas, se debería contar con la opinión de la gente, dentro de pocos años ir a las urnas no tendrá mucho sentido, solo será necesario tener internet y un excesivo control sobre el voto.
Mucha tarea hay por hacer.
Abrazos
Mentis por los codos, oscar!
"Por un lado, porque Celaá estaría admitiendo el hecho de que habría nombrado para la dirección de Unibasq a alguien al que no conocía, lo que la descalificaría para seguir en el cargo. Y en su defecto, tal y como es evidente por la fotografía, que mentía a sabiendas del contenido y la veracidad de la noticia, lo que igualmente exigiría de la consejera que tuviera la misma dignidad de Urquijo para presentar su dimisión."
Lo vuestro es algo cronico.