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Partidos y empresas familiares

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En los próximos meses culminarán sus procesos congresuales el PNV, el PSE-EE y EHBildu. No son (no deberían ser) procesos irrelevantes para la sociedad, ya que los partidos tienen un papel constitucional clave en la conformación y canalización de la voluntad popular.  Teniendo en cuenta su importante misión, sería lógico que desarrollaran con seriedad ese papel hacia el interior de sus organizaciones. Pero “su funcionamiento está menos regulado que el de una comunidad de vecinos”, como dice el profesor Joan Navarro. La ley de partidos explica mejor los requisitos para la ilegalización, que el funcionamiento y los sistemas de control y garantías que deberían tener los partidos.  Sea o no consecuencia de este vacío regulatorio (voluntario), son las organizaciones que menos confianza inspiran en nuestra sociedad. Y, más allá de la percepción general, los estudiosos de la materia no aventuran cambios a mejor. Por ejemplo, el colectivo +Democracia, en un ranking sobre democracia en...

¡Empresarios a la calle!

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En un cuestionario realizado en nuestra facultad de empresariales, en torno al 70% de los estudiantes de primer año manifestaba su voluntad de ser funcionario. “El emprendimiento es una vocación muy minoritaria”, me decía uno de los responsables de la universidad.  No me extraña. En los últimos meses he sabido que mi amigo Kiko ha vendido su empresa a un grupo catalán para dedicarse a sus aficiones; que Estefanía baja la persiana después de dos generaciones fabricando maquinaria; que Roberto ha decidido integrase en un grupo industrial y quedarse como empleado en la empresa que él ha dirigido (y previamente levantado) en los últimos quince años; que Mireia se ha puesto como autónoma, tras haber despedido a las 3 personas con las que apoyaba desarrollo sostenible en el territorio; o que Pedro y Rubén, hosteleros con una decena de empleados cada uno, lo mandarían todo al carajo hoy mismo si pudieran.  Podría apuntar otra media docena de casos que he conocido recientemente. Perso...

Jaulas de cemento

Por el día nos encierran en sus jaulas de cemento / y aprendemos del león / Consumir, producir, la sangre cubre mi nariz / No sé dónde quedó el rumor que nos vio nacer / Pagó la jaula al domador.  A principios de este siglo, el grupo Vetusta Morla definió así la rueda que el ratón suele tener dentro de su jaula, y en la que la mayoría de la población corremos sin parar, sin pensar, sin preguntar.  Varias décadas antes, un economista anunció que no hay país avanzado en el que “el sistema de mercado produzca cosas que puedan permitirse los pobres”. Una de esas cosas es la vivienda.  Lo bueno es que hoy, más allá del enfrentamiento político y la polarización permanente, de los casos de presunta corrupción y de las diferentes maniobras de despiste, o de la absurda y obscena bronca sobre las víctimas de ETA, la vivienda es considerada como una emergencia social. Y como apuntaba en estas páginas Eva Silván hace unos días, el asunto forma parte de la conversación y de la agenda ...

Azpiazu y las desconexiones sistémicas

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Hay quienes dicen que que soy muy pasional, que no siempre gestiono debidamente mis sentimientos y que los muestro con una facilidad y una rapidez inusitadas. Hace unos meses, hablando con dos representantes políticos, uno de ámbito nacional y otro de ámbito autonómico, volví a dar la razón a quienes hacen tales afirmaciones sobre mí. Me calenté.   Fue un encuentro casual. Llevábamos tiempo sin vernos. Como no había bares en los que tomar un café, nos quedamos en la calle charlando, yendo y viniendo por los diferentes temas que marcaban entonces la actualidad: los últimos datos de contagios, la enésima comunicación institucional contradictoria, los fondos europeos #NextGenerationEU, las posibles causas de la baja participación en Catalunya, las fallidas mociones de censura y la convocatoria electoral en Madrid, el hastío mental del conjunto de la población,…   En un momento determinado se me escapó decirles que su vida no había cambiado tanto como la de las personas que viven ...

Ya estábamos al final de algo

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No debería sorprendernos nada de lo que ha ocurrido en el último año, porque la pandemia, y sobre todo la crisis sin precedentes que esta ha generado, ha sido un fallo plausible en un mecanismo que estaba sobrepasado y con una sociedad que ya estaba al límite.  Esta es la tesis que mantiene Daniel Bernabé en su libro "Ya estábamos al final de algo" (Bruguera, marzo 2020), y aunque nos suene, merece una lectura pausada. El autor plantea un diagnóstico descarnado (y, a mi juicio, atinado) sobre las consecuencias que el neoliberalismo ha provocado en la población, al tiempo que decreta su defunción en la práctica. Sin embargo, y esta me parece una de las ideas más provocadoras del ensayo, Bernabé afirma que el neoliberalismo no cae por oposición de un modelo alternativo, sino por su propia decadencia.  Por supuesto, se puede defender que actual modelo económico está vivo y que, en algunas zonas del globo, reporta buenos resultados macro. Pero creo que es innegable que el sistema...

Los faraones y CLIP

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En el antiguo Egipto los faraones rezaban para que el río Nilo tuviera una buena crecida, lo que garantizaría una buena cosecha y cierta prosperidad. Los faraones siempre ganaban. Si se producía la crecida, sus rezos eran la causa. Si no se producía, los responsables eran los dioses. La política (y los políticos) llevan años ocupando una posición de podio en el ranking de las preocupaciones ciudadanas en el país. Los tres principales sentimientos que provoca la política, según el último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas, son desconfianza, aburrimiento e indiferencia. Los tres sentimientos forman parte de un concepto más amplio: la desafección política. Hay muchísimas causas que explican esa desafección: el incumplimiento de la palabra y de los programas, la confrontación permanente, la percepción de que los partidos van “a lo suyo”, la crisis de las instituciones de representación y la falta de virtud de sus representantes, la sensación de opacidad, etc. La cue...

Vuelve a casa… ¡y quédate!

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(Imagen de elpais.com) La vida, la posición económico-social, el efecto eliminación u otros factores van colocando en puestos de responsabilidad a personas que, sencillamente, no son las idóneas para desempeñarlos con éxito. Esta es una realidad que se da en empresas y organizaciones variopintas. Las ofertas salen adelante, los clientes responden, las cosas siguen funcionando, pero ciertamente todo podría ir mucho mejor si fuésemos capaces de incorporar (y retener) a las personas con más talento en nuestro proyecto. En esta tribuna se han analizado en varias ocasiones las causas que nos llevan a centrifugar el talento en nuestras organizaciones, un fenómeno que se produce principalmente, y resumiendo mucho, cuando la mediocridad está en el puente de mando de las mismas. Pero siendo este un problema, lo peor que nos puede ocurrir como sociedad no es que el talento se escape de una empresa de Mondragón a otra de Llodio o Amorebieta. Lo peor es cuando, tras haber in...