Vuelve a casa… ¡y quédate!

(Imagen de elpais.com)

La vida, la posición económico-social, el efecto eliminación u otros factores van colocando en puestos de responsabilidad a personas que, sencillamente, no son las idóneas para desempeñarlos con éxito. Esta es una realidad que se da en empresas y organizaciones variopintas. Las ofertas salen adelante, los clientes responden, las cosas siguen funcionando, pero ciertamente todo podría ir mucho mejor si fuésemos capaces de incorporar (y retener) a las personas con más talento en nuestro proyecto.

En esta tribuna se han analizado en varias ocasiones las causas que nos llevan a centrifugar el talento en nuestras organizaciones, un fenómeno que se produce principalmente, y resumiendo mucho, cuando la mediocridad está en el puente de mando de las mismas. Pero siendo este un problema, lo peor que nos puede ocurrir como sociedad no es que el talento se escape de una empresa de Mondragón a otra de Llodio o Amorebieta. Lo peor es cuando, tras haber invertido decenas de miles de euros públicos y privados (familiares) en la formación de una persona, esta decide irse de aquí por la “falta de oportunidades” o para buscar su “desarrollo profesional”.

Precísamente esa falta de oportunidades o la imposibilidad de un desarrollo profesional aquí son, según diferentes estudios de la empresa vasca Ieteam, dos de las principales razones que ha llevado a nuestra gente joven a emigrar y aportar su conocimiento lejos de aquí.

Los ánimos en el ámbito socio-económico tampoco están como para echar cohetes por aquí. Según el último Deustobarómetro, la precarieadad laboral es la primera preocupación de la ciudadanía vasca, por encima del desempleo. Es la primera vez que esto ocurre desde que disponemos de datos.

No se trata hoy de analizar la situación del mercado laboral en Euskadi, sino de poner sobre la mesa un enorme reto al que tenemos que hacer frente como sociedad. Si en una población que envejece paulatinamente, nuestros jóvenes se van por falta de oportunidades y la percepción social es que las oportunidades que ofrecemos son precarias, ¿qué podemos hacer para atraer y retener talento?

Evidentemente, no se trata de un reto exclusivamente vasco, no. La prueba palpable es que el Gobierno ya ha anunciado que en 2019 presentará el “Plan de Retorno a España”, con el objeto de que las personas que abandonaron el país como consecuencia de la crisis en la última década (el 80% universitarios), tengan la ocasión de regresar. Pero el hecho de que no sea un problema solo vasco, no debe provocar nuestra parálisis. Siempre hay algo que se puede hacer desde el ámbito de responsabilidad de cada uno, empezando por el personal.

Hoy nuestras pequeñas y medianas empresas hacen negocios en el mundo, compitiendo con gigantes globales. No esperan a que nadie “por arriba” les aporte las soluciones. Las empresas que progresan y perduran, lo hacen porque se dedican a sacar la máxima potencia a las ventajas que les otorga no tener que mantener una gran estructura: la flexibilidad, la agilidad, el conocimiento exhaustivo de sus empleados, la cercanía a clientes y proveedores, etc.

Salvando las distancias, esa es precísamente la enorme ventaja de pertenecer a un Estado con las competencias tan repartidas y descentralizadas. Podemos tratar de anticiparnos a los problemas, en lugar no echar la culpa a otros. Evidentemente, no hay una varita mágica que nos permita atraer y retener talento en Euskadi. Pero, como casi todo en la vida, lo primero es querer.

Y de ahí que merezcan un reconocimiento las iniciativas que, en este sentido, tendrán lugar esta semana en Álava y Gipuzkoa. Diferentes instituciones, en un ejemplo de colaboración público-privada, han organizado sendos “Talent Forum” con una filosofía muy sencilla: aprovechar que los jóvenes vuelven a ver a la familia en estas fechas, para que nuestras empresas les abran sus puertas. 9 de cada 10 jóvenes de los que se fueron aspiran a volver en los dos próximos años, según el estudio citado anteriormente.

(Artículo publicado en El Correo 28.12.18)

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