¡Empresarios a la calle!

En un cuestionario realizado en nuestra facultad de empresariales, en torno al 70% de los estudiantes de primer año manifestaba su voluntad de ser funcionario. “El emprendimiento es una vocación muy minoritaria”, me decía uno de los responsables de la universidad. 


No me extraña. En los últimos meses he sabido que mi amigo Kiko ha vendido su empresa a un grupo catalán para dedicarse a sus aficiones; que Estefanía baja la persiana después de dos generaciones fabricando maquinaria; que Roberto ha decidido integrase en un grupo industrial y quedarse como empleado en la empresa que él ha dirigido (y previamente levantado) en los últimos quince años; que Mireia se ha puesto como autónoma, tras haber despedido a las 3 personas con las que apoyaba desarrollo sostenible en el territorio; o que Pedro y Rubén, hosteleros con una decena de empleados cada uno, lo mandarían todo al carajo hoy mismo si pudieran. 

Podría apuntar otra media docena de casos que he conocido recientemente. Personas a las que he visto levantar sus empresas con brillo en los ojos. Contra viento y marea. Llevados más por la pasión que por la razón. Y es que “si te lo piensas mucho, no inviertes”, como me suele decir Juan. 

¿Este es el futuro que queremos para nuestra ciudad y nuestro territorio? ¿Qué valores estamos transmitiendo a nuestros jóvenes para que la mayoría de los que quieren estudiar empresa no aspiren a montar la suya? ¿Qué tipo de prejuicios e imagen del empresario estamos difundiendo? 

Nuestro reto colectivo es hacer que emprender sea más sencillo. Es poner en valor el fracaso, que es la fuente del éxito. No se trata motivar a quienes tienen vocación; basta con no desmotivarles. 

Es verdad que las y los empresarios tienen mucha responsabilidad en la imagen que en la sociedad se tiene sobre ellos. Y tendrán que currárselo más. Aunque a mi juicio, casi bastaría con que se abrieran y contasen sus vidas de verdad. Que, lejos de lo que se puede pensar, no están presididas por los excesos, el lujo y el ocio a todas horas. !!!Ni mucho menos!!! 

De los 3 millones de empresas que hay en España, solo 5.000 son grandes empresas (de más de 250 personas empleadas). El resto, el 99%, son micro pymes y pymes, sobre todo familiares. Y la inmensa mayoría de las personas que las dirigen son nuestras vecinas, llevan a los críos a nuestros coles, no conducen coches de medio millón, no se dedican a explotar y mal pagar. Son personas que se la juegan y arriesgan, que conviven con la deuda, que pagan sus impuestos, que pasan mucho tiempo en el trabajo y poco (y de noche) con la familia. 

 Esto es lo que hay. Esto es lo que tenemos que conocer y reconocer como sociedad. Y esto es lo que deben proyectar nuestras instituciones. Y por eso me parece un magnífico primer paso en este sentido la iniciativa “Made in Araba” de la Diputación, que hoy saca a la calle a una pequeña muestra de nuestro gran tejido empresarial.


(Artículo publicado en EL CORREO - Álava en octubre del 2024)

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