La rabieta

La rabieta es algo que se asocia a los niños, y no creo que haya demasiados de ustedes que no hayan tratado nunca con críos. Por tanto, seguramente habrán vivido una rabieta protagonizada por ellos en primera persona.

Pero, ¿creen ustedes que las rabietas son cosas de críos? Evidentemente, no. Conozco a unas cuantas personas, incluso ya en edad de jubilación o que tienen o han tenido altas responsabilidades, que se cogen rabietas habitualmente. Pero por no centrarme en terceros, reconozco que yo mismo me las he cogido en demasiadas ocasiones. Y de mi experiencia he aprendido que no tiene ningún sentido.

Acudamos a los niños y lo veremos con mayor claridad. Cuando se le dice a un crío que no puede salir a la calle en Vitoria en el mes de enero sin ponerse el abrigo y este reacciona montándonos una bronca sin sentido, ¿qué es lo que le pasa realmente al niño? ¿Que le gusta pasar frío? ¿Que quiere ponerse enfermo? Pues seguramente ninguna de las dos cosas, sino que será algo previo. Y si se sabe gestionar esa situación con calma,  se obtendrá la respuesta de lo que realmente le ocurre al crío y, por tanto, podremos ponerle remedio. No se trata por tanto de atacar la consecuencia, la rabieta, sino lo que la origina.

Siendo como somos adultos, ¿en cuantas ocasiones nos cogemos una rabieta centrándonos en el desencadenante y, por tanto, dejando de lado el tratamiento de la causa previa de lo que nos está pasando? Si embargo, si nos centramos en lo importante, en la causa, en muchas ocasiones comprobaremos que el objeto de nuestro enfado no tiene ningún sentido. Y es que el diccionario es muy sabio, por eso nos indica que rabieta, quiere decir impaciencia, enfado o enojo grande, especialmente cuando se toma por leve motivo y dura poco. Dicho de otro modo, que por una chorrada uno se pilla un mosqueo de calibre grueso. ¡Sean felices!



(Publicado en Diario Noticias de Álava 03.04.16)

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