Los juguetes y el sexo

Agosto de 2015. Palma de Mallorca. Sol y agua cristalina al frente. De repente, mirando a mis críos jugando en la arena, se me encendió la bombilla. Había tenido una idea original, con capacidad de transformación social y con posibilidades de éxito empresarial. Eso creí.

Pensé que la estructura familiar en nuestra sociedad no tiene nada que ver con la que vivieron mis padres. Por ejemplo, cada día una media de diez parejas homosexuales contraen matrimonio en España. Otro ejemplo: existen más de millón y medio de familias en las que los niños viven sólo con un adulto, la mayoría con la madre. Esto era impensable hace demasiado poco tiempo.

Ante esta realidad y con las fiestas navideñas a la vista, se me ocurrió que crear una línea de juguetes no sexista podría ser un buen negocio. Hablé con un par de colegas, testé la idea en mi entorno y me dispuse a trabajar el plan de negocio para lanzarme al mercado de la mano de un fabricante. Por desgracia para mi ego – ¡bendita desgracia! –, me dio por abrir Google. Al instante estaba leyendo un artículo sobre una empresa española que llevaba tres años publicando un catálogo no sexista de juguetes… ¡y con gran éxito, por cierto! No me frustré. Más bien me alegré al comprobar que algunas de las cosas que cambian lo hacen para bien.

Hace un par de días recibí una foto de un crío de unos cinco años dando el biberón a una muñeca de juguete que sostenía entre sus brazos, como si de su vástago se tratase. El mensaje que acompañaba la foto decía “si lo dejas jugar con muñecas lo único que estás permitiendo es que se convierta en un buen padre”. Y es que si los niños no tuvieran que soportar las chorradas que les dicen algunos adultos respecto de los colores que les gustan o los juguetes con los que disfrutan, habría más igualdad y menos machismo en nuestra sociedad. Seguro.


(Artículo publicado en DNA 17.01.16)

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