Contrarreforma laboral: jugada redonda de Merkel

La contrarreforma laboral hace tabla rasa de las relaciones laborales. Todo aquello que nos contaron de una Transición modélica (no parece ahora que lo fuera, pero esa es otra historia) que se fundamentó en la altura de miras de gobierno, oposición, empresarios y sindicatos en los Pactos de la Moncloa de 1977 ha saltado por los aires. Las sociedades del bienestar europeas surgidas después de la II Guerra Mundial se construyeron sobre cuatro patas: el libre mercado, la extensión de la protección pública y de los derechos sociales, capacidad de la administración para intervenir en el mercado para corregir sus deficiencias y la concertación social entre patronal y sindicatos. Con la reforma, se apuntala la amenaza sobre tres de las patas que soportan el Estado de Bienestar (y el libre mercado no parece correr peligro precisamente), con lo que parece evidente que la mesa se va a caer si antes no lo remediamos.

La contrarreforma facilita el despido con el argumento de que cuando las cosas vayan bien se volverá a contratar. Argumento endeble: con la legislación laboral anterior a la reforma de Zapatero se crearon cinco millones de empleos. Se desbarata el marco de la negociación colectiva al generalizar en la práctica el laudo de obligado cumplimiento. Las condiciones del despido se dejan en manos de las circunstanciales y discrecionales previsiones financieras, en vez de una regulación legal tasada. Desaparece la consabida dualidad del mercado laboral al igualar por abajo y en desprotección a todos los trabajadores, y se elimina la garantía de la supervisión de los ERE por parte de la administración.

Parece difícil cumplir con el compromiso por la formación de los empleados con un permiso retribuido de 20 horas al año para la formación. Mientras que la bonificación a la contratación de menores de 30 años en las pymes, no solo coarta la capacidad creadora de los jóvenes, sino que encierra en si misma la posibilidad de sustituir capital humano consolidado por mano de obra barata, además de que se fomenta la inestabilidad laboral de los jóvenes con el periodo de prueba de un año, con despido libre y gratuito ¿Acaso hace falta un año para saber si alguien es válido para un empleo?.

La principal característica de la contrarreforma es la imposición de la flexibilidad patológica. La flexibilidad que... seguir leyendo en elpais.com

(Artículo publicado hoy en elpais.com junto a Yolanda Vicente y Rubén Mateos).

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