Reflexión 6
Un buen amigo me explicó hace años una de las grandes enseñanzas que presumo de tener: uno no puede renegar de ser quien es. Y me lo explicó con un contra-ejemplo.
Paseábamos por la calle Dato y nos paramos a hablar con un viejo conocido de mi amigo. Al finalizar la conversación, mi amigo y yo seguimos andando y recuerdo que le dije lo rara que me parecía la persona con la que nos habíamos parado a hablar. Recuerdo que le dije que esa persona parecía que siempre se guardaba algo... Entonces me contó una anécdota.
Mi amigo, después de muchos años de amistad con esa persona, se lo encontró un buen día por la calle con una señora que bien podría ser su madre. Lo cierto es que entablaron conversación, pero esta persona no presentaba a mi amigo a la señora de quien estaba acompañado. Finalmente, mi amigo, que es un poco jeta, le preguntó, "oye, pero no me vas a presentar?". La persona, bajando la cabeza, le dijo a mi amigo, "Sí, sí, es un familiar... oye, que nos vemos" - y salió pitando.
Con el tiempo, y arrancando información a esta persona en distintas conversaciones, mi amigo se enteró de que la señora era su madre. Pero sin embargo, esta persona se avergonzaba de ella, puesto que era muy humilde, inmigrante, no tenía formación... Fue entonces cuando mi amigo me dijo lo que decía yo en el primer párrafo.
He traído a colación este ejemplo, para decir que, efectivamente, yo no reniego de ser quién soy, de ser hijo de quienes soy y de venir de donde vengo. Y mi partido tampoco debería hacerlo. Y es que, en demasiadas ocasiones en los últimos tiempos, he sentido que lo hacíamos, que renegábamos de ser quienes éramos, de ser hijos de nuestros padres y de venir de donde veníamos.
Sólo desde ese punto de vista, se puede explicar que pidiéramos al hoy ya expresidente, que anunciara antes del 22 de mayo que no concurriría a la reelección, con el argumento de que "podríamos centrar la campaña en la gestión local". O sólo desde esa óptica, podría tener explicación que apenas lo "usáramos" en la campaña de las generales... como si su legado fuese hojarasca en materia de libertad, ampliación de derechos o política social, por mencionar sólo tres hitos.
Sólo desde ese prisma, podría entenderse que a veces hayamos renunciado a defender lo que siempre hemos defendido: la dignidad de las personas, la igualdad de oportunidades para los más humildes. Pondré un ejemplo: la política con relación a las personas inmigrantes.
En la primera legislatura de Zapatero, hicimos la mayor regularización de personas inmigrantes que hubiésemos podido imaginar. Y la hicimos bien, con sentido y con mirada larga; pensando en el futuro del país, en la convivencia, en la política de pensiones, etc. Sin embargo, tengo la sensación de que desde 2008-2009 dejamos de defender esa política. Tengo la amarga sensación de que, como colectivo, renegamos de lo que hicimos con total convicción unos años antes, supongo que en virtud de no sé qué estudios de opinión...
Y creo firmemente, que la gente castiga a quien reniega de sí mismo. Por eso cito la lección que yo aprendí con mi amigo. Por eso hoy esta es mi reflexión.
Creo, empero, que algo estamos empezando a hacer bien en ese camino, al menos aquí, en Euskadi. Mencionaré un par de iniciativas:
- Hace unas semanas, el GV presentó el portal losnuevosvecinos.net, como herramienta para prevenir el racismo y la xenofobia entre la gente más joven. Bien.
- Hace sólo unos días, el GV presentó, de la mano de Imanol Zubero y Daniel Innerarity el Pacto Social por la Inmigración.
Pues bien, son dos iniciativas recientes que son valientes y que, al menos a mí, empiezan a volver a reconciliarme con mi proyecto.
Paseábamos por la calle Dato y nos paramos a hablar con un viejo conocido de mi amigo. Al finalizar la conversación, mi amigo y yo seguimos andando y recuerdo que le dije lo rara que me parecía la persona con la que nos habíamos parado a hablar. Recuerdo que le dije que esa persona parecía que siempre se guardaba algo... Entonces me contó una anécdota.
Mi amigo, después de muchos años de amistad con esa persona, se lo encontró un buen día por la calle con una señora que bien podría ser su madre. Lo cierto es que entablaron conversación, pero esta persona no presentaba a mi amigo a la señora de quien estaba acompañado. Finalmente, mi amigo, que es un poco jeta, le preguntó, "oye, pero no me vas a presentar?". La persona, bajando la cabeza, le dijo a mi amigo, "Sí, sí, es un familiar... oye, que nos vemos" - y salió pitando.
Con el tiempo, y arrancando información a esta persona en distintas conversaciones, mi amigo se enteró de que la señora era su madre. Pero sin embargo, esta persona se avergonzaba de ella, puesto que era muy humilde, inmigrante, no tenía formación... Fue entonces cuando mi amigo me dijo lo que decía yo en el primer párrafo.
He traído a colación este ejemplo, para decir que, efectivamente, yo no reniego de ser quién soy, de ser hijo de quienes soy y de venir de donde vengo. Y mi partido tampoco debería hacerlo. Y es que, en demasiadas ocasiones en los últimos tiempos, he sentido que lo hacíamos, que renegábamos de ser quienes éramos, de ser hijos de nuestros padres y de venir de donde veníamos.
Sólo desde ese punto de vista, se puede explicar que pidiéramos al hoy ya expresidente, que anunciara antes del 22 de mayo que no concurriría a la reelección, con el argumento de que "podríamos centrar la campaña en la gestión local". O sólo desde esa óptica, podría tener explicación que apenas lo "usáramos" en la campaña de las generales... como si su legado fuese hojarasca en materia de libertad, ampliación de derechos o política social, por mencionar sólo tres hitos.
Sólo desde ese prisma, podría entenderse que a veces hayamos renunciado a defender lo que siempre hemos defendido: la dignidad de las personas, la igualdad de oportunidades para los más humildes. Pondré un ejemplo: la política con relación a las personas inmigrantes.
En la primera legislatura de Zapatero, hicimos la mayor regularización de personas inmigrantes que hubiésemos podido imaginar. Y la hicimos bien, con sentido y con mirada larga; pensando en el futuro del país, en la convivencia, en la política de pensiones, etc. Sin embargo, tengo la sensación de que desde 2008-2009 dejamos de defender esa política. Tengo la amarga sensación de que, como colectivo, renegamos de lo que hicimos con total convicción unos años antes, supongo que en virtud de no sé qué estudios de opinión...
Y creo firmemente, que la gente castiga a quien reniega de sí mismo. Por eso cito la lección que yo aprendí con mi amigo. Por eso hoy esta es mi reflexión.
Creo, empero, que algo estamos empezando a hacer bien en ese camino, al menos aquí, en Euskadi. Mencionaré un par de iniciativas:
- Hace unas semanas, el GV presentó el portal losnuevosvecinos.net, como herramienta para prevenir el racismo y la xenofobia entre la gente más joven. Bien.
- Hace sólo unos días, el GV presentó, de la mano de Imanol Zubero y Daniel Innerarity el Pacto Social por la Inmigración.
Pues bien, son dos iniciativas recientes que son valientes y que, al menos a mí, empiezan a volver a reconciliarme con mi proyecto.
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