Europa, Merkel y la marihuana

La Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, en vigor desde 1954, explica qué es un refugiado, los derechos que le asisten, las obligaciones que tienen los Estados receptores para con estas personas, así como la obligación del refugiado de respetar la ley del país que le acoge. La cuestión es si el Estado de acogida cumple la legislación vigente o se la salta en función de la coyuntura.

El pasado viernes, Turquía y los miembros de la UE por unanimidad llegaron a un acuerdo – y se aplaudieron a sí mismos –en virtud del cual desde hoy mismo cualquier migrante irregular – lo que ahora engloba a quienes huyen de guerras – que llegue a las islas griegas será devuelto a Turquía.

Para que el incumplimiento de las normas no sea tan evidente, la UE aclara que no habrá expulsiones en masa, que los casos se tratarán uno a uno. Así, para que digiramos este quiebro inhumano a la Convención de Ginebra, se nos dice que por cada sirio que sea retornado a Turquía, otro será asentado legalmente en la UE. Así, Europa se compromete a dar cabida a 72.000 personas… Seguro que ya lo sabrán ustedes, pero sólo el pasado mes de enero llegaron por el Mediterráneo más de 73.000. ¿Qué hacemos con el resto?

Europa también tiene un plan para esto, y su dueña, Angela Merkel, lo verbalizó sin rubor: “no vamos a llegar a esas cifras porque los migrantes dejarán de llegar cuando sepan que serán retornados”. ¿Seguro que en Alemania no está legalizada la marihuana? Porque hay que haber fumado muchísimo para pensar que quien es capaz de hacer centenares de kilómetros a pie, cargado con niños, dependientes y su propia pena debido al abandono del país que le vio nacer, va a abandonar su objetivo por miedo a las democracias occidentales. Cabe la posibilidad de que nuestras democracias hayan dejado de serlo, con lo que Eduardo Madina tendría razón cuando anunciaba esta semana la defunción de lo que Europa significó alguna vez.



(Artículo publicado hoy en DNA)

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