Un buen amigo me explicó hace años una de las grandes enseñanzas que presumo de tener: uno no puede renegar de ser quien es. Y me lo explicó con un contra-ejemplo. Paseábamos por la calle Dato y nos paramos a hablar con un viejo conocido de mi amigo. Al finalizar la conversación, mi amigo y yo seguimos andando y recuerdo que le dije lo rara que me parecía la persona con la que nos habíamos parado a hablar. Recuerdo que le dije que esa persona parecía que siempre se guardaba algo... Entonces me contó una anécdota. Mi amigo, después de muchos años de amistad con esa persona, se lo encontró un buen día por la calle con una señora que bien podría ser su madre. Lo cierto es que entablaron conversación, pero esta persona no presentaba a mi amigo a la señora de quien estaba acompañado. Finalmente, mi amigo, que es un poco jeta, le preguntó, "oye, pero no me vas a presentar?". La persona, bajando la cabeza, le dijo a mi amigo, "Sí, sí, es un familiar... oye, que nos vemos" ...