La brújula de medianoche
El pasado 20 de octubre empezó a aclararse el oscuro cielo vasco. Tras décadas de esfuerzo democrático y tres procesos de paz dinamitados con otros tantos atentados, ETA anunció el cese definitivo de su actividad terrorista. Lo conseguimos. Hace un año sólo parecía posible un final así. Pero hace tres, cuando ETA asesinaba a dos agentes de la Guardia Civil en Mallorca, el actual nos parecía un escenario casi imposible. Nos costaba pensar que serían los últimos asesinados por ETA en España. Si vemos con urgencias temporales y mediáticas lo ocurrido, nos parecerá que la decisión terrorista de no volver a matar ha sido casi un apunte más de su historia sangrienta, consustancial al mismo hecho de su nacimiento. Si lo vemos con perspectiva, esta legislatura vasca, que nació bajo la amenaza directa de ETA, pasará a la historia por poner fin a una trayectoria que no era sólo violenta, sino que iba acompañada de un componente de justificación, comprensión o consentimiento por parte de sectores...