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Mostrando entradas de octubre, 2015

La urna rota

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"La urna rota. La crisis política e institucional del modelo español". Este es el título completo de un libro imprescindible para quien tenga un mínimo interés por lo que está ocurriendo en nuestro sistema político-institucional. El libro está escrito por Politikon, un proyecto común de un grupo de científicos sociales (Senserrich, San Miguel, Font, Llaneras, Medina y Simón), cuyo principal handicap no es su juventud, sino el que no contemplan una perspectiva imprescindible, la de género (son todo chicos). Pero esto es harina de otro costal. El caso es que se aborda el problema que vivimos en la actualidad, sus causas y, por supuesto, las posibles soluciones. Me centraré exclusivamente en una parte del problema que describen los autores: el "maquiavélico sistema electoral español". Este es un tema sobre el que se habla mucho (a la ligera) y sobre el que no se argumenta con demasiado fundamento. En mi opinión, los chicos de Politikon sí lo hacen. Tras un

¡Dejen paso!

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Zurrar a los políticos está de moda. Es lógico, especialmente en tiempos de crisis. Siempre ha sido así. La suerte de los faraones del antiguo Egipto estaba ligada a lo buena o mala que fuese la crecida del Nilo; si no había una buena crecida, el sillón del faraón de turno corría peligro. Pero la crisis económica no es la única explicación a esta situación. Hemos vivido otros períodos de crisis y, sin, embargo es hoy cuando la política y los partidos políticos están en su momento más bajo de credibilidad de las últimas cuatro décadas. Las razones para explicar esta percepción tan negativa son múltiples. Hoy elegiré sólo una de las mayores críticas que se hace a la política. Se dice que se ha convertido en un modus viviendi para unos pocos, que están siempre los mismos, que taponan el paso a gente más preparada y con nuevas ideas, que no hay renovación. Y esto puede ser cierto, pero ¿ocurre sólo en política? ¿O se da también en otras esferas de la sociedad? Por ejemplo, ¿ese tapón

Rato y el chivato

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Dice el ministro de Justicia que hay que diferenciar entre el Rato político y el Rato empresario. Que las presuntas chorizadas del segundo, no tienen por qué empañar la excelente gestión del primero. Imagino que lo dirá para salvar la cara al partido al que pertenece. Lo que ocurre es que una parte de los chanchullos por los que Rato está siendo juzgado se refieren a su gestión al frente de Caja Madrid, donde fue aupado por ese mismo partido. Y otra parte de ellos comienzan en 2002, siendo todavía vicepresidente del Gobierno. Vivimos en un país en el que sobrevaloramos la picaresca e infravaloramos al chivato. Desde la infancia vamos aprendiendo a ser pícaros; se nos inculca una forma de hacer las cosas para obtener un mayor rendimiento con el menor esfuerzo posible. Al mismo tiempo, se nos enseña a no ser chivatos y a criticar y aislar a quien se chiva. Piense el lector en las consecuencias que ambas cuestiones tienen para ralentizar la lucha contra la corrupción o el reseteo de

Una historia de Vitoria (I)

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Hace unos días supimos que Lanbide, el servicio público vasco destinado a la intermediación entre las personas desempleadas y las empresas que necesitan emplear, interviene actualmente en el 2,6% de los contratos que se firman en Euskadi. Como dijo el propio consejero del ramo, está claro que “las empresas vascas pasan de Lanbide”. Y está bien que el Gobierno Vasco haga ese análisis y reconozca el fracaso, pero además habría que plantear alguna solución. Siquiera porque en el año pasado Lanbide contó con un presupuesto de gasto de 725 millones. Pero eso es harina de otro costal. El caso es que de entre ese 2,6% de personas que Lanbide aporta a nuestras empresas, está Moha, un argelino de esos que dicen que viven de las ayudas sociales de forma fraudulenta. Un empresario vitoriano le dio la oportunidad en el pabellón en el que su empresa “produce” algunos de los alimentos de los que comemos en muchos de los restaurantes de la ciudad. Y viendo su valía y, sobre todo, su implicación e